/ viernes 14 de junio de 2024

Artilugios / ¿Debemos leer a Kafka?

¿Debemos leer a Kafka? Esa pregunta se la hice hace ya algunos años a mi querido amigo Juan José Silva Rodríguez. Él sí era asiduo lector de aquel. Y la pregunta quedó en el limbo. Hoy, cuando Juan José ya no está y Kafka cumpliría 100 años de fallecido, es aun más difícil la respuesta.

Debemos leer a cualquier autor, por supuesto. No debemos engancharnos, como dicen ahora las nuevas generaciones. Aunque esto último es imposible tratándose del autor de La metamorfosis. Ya que toco este texto, vayamos a lo esencial. Todos hablan de este cuento. Lo toman algunos grupos como estandarte, como la pica en Flandes. Es decir, la historia del hombre que se convirtió en insecto y avergonzó a la familia se toma como el paradigma del escándalo.

Kafka dio su aliento a una de las historias más difíciles de explicar de la Literatura. Sin embargo, todos creemos comprenderla. Es como el Quijote. Todos decimos que es la obra cumbre de la Literatura, no todos la hemos leído. Claro, La Metamorfosis es apenas un cuadernillo, el Quijote reúne mas de 2000 páginas.

Encuentro algunas opiniones sobre la obra en cuestión. Para muchos, esta obra es una novela cuando no, es un cuento. Es magistral dice otro rodeando la palabra de signos de admiración. Es contundente, cuando no lo es. Es sencillamente genial, dice otro. En esto sí podríamos estar de acuerdo. Pero el error es leer a Kafka creyendo que nos enfrentamos a un texto como cualquier otro que vierte susto a las buenas conciencias, que no leen. No. Kafka, como Faulkner o como el Broch de La muerte de Virgilio es difícil.

Lo es porque la premisa engaña. Borges, recurramos a él, dice.

Kafka, en cambio, tiene textos, sobre todo en los cuentos, donde se establece algo eterno. A Kafka podemos leerlo y pensar que sus fábulas son tan antiguas como la historia, que esos sueños fueron soñados por hombres de otra época sin necesidad de vincularlos a Alemania o a Arabia. El hecho de haber escrito un texto que trasciende el momento en que se escribió, es notable. Se puede pensar que se redactó en Persia o en China y ahí está su valor. Y cuando Kafka hace referencias es profético. El hombre que está aprisionado por un orden, el hombre contra el Estado, ese fue uno de sus temas preferidos.

El hombre encerrado en sí mismo, podríamos agregar. Gregorio Samsa guarda el secreto que no podemos definir en cuanto conocimiento. Samsa es un enorme insecto, lo de cucaracha se lo agregó alguien más que no supo qué connotación darle. A esto debemos recurrir otra vez al argentino.

Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es La trasformación y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis. Es un disparate, yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán. Cuando trabajé con la obra el editor insistió en dejarla así porque ya se había hecho famosa y se la vinculaba a Kafka. Creo que los cuentos son superiores a sus novelas. Las novelas, por otra parte, nunca concluyen. Tienen un número infinito de capítulos, porque su tema es de un número infinito de postulaciones.

Y la opinión de Borges bien vale que nos detengamos a analizarla. La metamorfosis fue impuesta como título por alguno de esos lectores de textos clásicos que se metió a editor. La metamorfosis, parangonándola con la de Ovidio, dispone que lo humano se transforma en algo bello. Con Kafka sucede lo contrario. El ser humano aparece una mañana convertido en un monstruoso insecto. Borges lo dice muy claro. Nos empeñamos en traducir lo que encontramos dotándolo de superioridad, una superioridad que creemos tiene el idioma alemán. No.

Si concedemos en esto, nos encontramos en una abyecta posición ante otras lenguas. Y Borges sabe que el alemán es como cualquier otro idioma. El español tiene más rebuscados pareceres. Volvamos a Kafka.

Llamo la atención del texto de Borges. Los cuentos son superiores a las novelas. Las novelas nunca concluyen, agrega. Kafka discurre entre su obra de largo aliento como entre la de breves textos. Ahí es donde encontramos al autor. La Metamorfosis se lanza al desnudo análisis del alma humana comparando a la Humanidad con un enorme insecto. Vaya por Dios. Doy unos renglones más del maestro. Cito.

Kafka no quiso publicar mucho en vida y encargó que destruyeran su obra. Esto me recuerda el caso de Virgilio (convenientemente, agregaría yo) que también le encargó a sus amigos que destruyeran la inconclusa Eneida. La desobediencia de estos hizo que, felizmente para nosotros, la obra se conservara. Yo creo que ni Virgilio ni Kafka querían en realidad que su obra se destruyera. De otro modo habrían hecho ellos mismos el trabajo. Si yo le encargo la tarea a un amigo, es un modo de decir que no me hago responsable. Mi padre escribió muchísimo y quemó todo antes de morir.

Algo parecido ocurrió con mi padre. De todos sus ingeniosos escritos, no tengo ninguno. Pero demos un final esperanzador. Lo mejor que podemos brindarle a un autor ya fallecido, es leerlo. La lectura de Kafka nos lleva a reconocernos en lo peor de nosotros.

En el hecho de ser insectos nos damos de topes contra una pared acrisolada que deja ver los fragmentos de nuestra identidad. Solo Kafka pudo lograrlo. Dejo algunos datos biográficos del autor.

Nace en Praga en 1883 y muere en Austria en1924. Escritor checo en lengua alemana cuya obra señala el inicio de la profunda renovación que experimentaría la novela europea en las primeras décadas del siglo XX. Franz Kafka dejó definitivamente atrás el realismo decimonónico al convertir sus narraciones en parábolas de turbadora e inagotable riqueza simbólica, protagonizadas por antihéroes extraviados en un mundo incomprensible, sus novelas reflejan una realidad en apariencia reconocible y cotidiana, pero sometida a inquietantes mutaciones que sumergen al lector en una opresiva y asfixiante pesadilla, plasmación de las angustias e incertidumbres que embargan al hombre contemporáneo.